Para quienes no sepan de qué se trata el NaNoWriMo (o National Novel Writing
Month; en español: Mes Nacional de Escritura de una Novela), es un evento que
transcurre todos los años entre el 1 y el 30 de noviembre, y cuyo objetivo es
escribir una novela de, mínimo, 50.000 palabras durante ese mes. No cuentan las
palabras que hayamos escrito antes del día 1, ni las que escribamos después del
30. La historia puede pertenecer a cualquier género literario, y no hay
obligación de escribir cada día 1667 palabras (el mínimo que deberías hacer a
diario para llegar a las 50.000 a fin de mes), siempre y cuando compensemos en
algún momento la diferencia de palabras.
Cuenta con la ventaja de que, al tener que registrarse en la página oficial
para ganar el reto (www.nanowrimo.org), uno puede compartir experiencias en los
foros que tiene incorporados y recibir consejos de otro participante. Aunque,
claro está, uno puede hacerlo fuera de la página también. Pero el chiste es, no
sólo que a fin de mes tengamos una novela nueva escrita y lista para corregir,
sino que quede registrado el logro que obtuvimos en ese mes.
En fin, en otra entrada les voy a contar más sobre el NaNoWriMo en sí. La
finalidad de esta entrada es contarles qué me enseñó mi primera experiencia
NaNoWriMo.
1: La falta de tiempo es sólo una excusa para no escribir.
Acá es cuando van a salir a decirme: sí, pero tengo que trabajar, estudiar,
atender a los chicos, cocinar, cuidar mi granja de gremlins mafiosos... Sí, sí,
sí. Pero al final del día, será sólo una excusa para no escribir. Yo también,
hasta el mes pasado, creía que no tenía tiempo para hacerlo. También creía que
tenía que dejar hechas muchas cosas antes de irme a dormir, y que me iban a
consumir el tiempo que tuviese para escribir. Pero nada más lejos de la
realidad.
Ya sea que escribamos 100 palabras o 10.000, la cuestión es que lo hagamos. No importa cuánto. No importa en qué momento del día. Incluso si tenemos media hora libre nada más, les aseguro que en esos 30 minutos se puede hacer mucho. Este mes descubrí que en 20 minutos puedo llegar a hacer hasta 1200 palabras, así que en media hora podría hacer 1800. No es poco. La clave está en centrarse en escribir, en no prestar atención a nada de lo que sucede alrededor durante el tiempo que tengamos libre para escribir (a menos que sea algo grave, pero convengamos en que no siempre sucede algo grave).
No importa si son 10 minutos o 10 horas, ni si salen 100 o 10.000 palabras.
La cuestión es ESCRIBIR.
2: Lo que estamos escribiendo es un primer borrador, y no tiene por
qué ser perfecto.
Si tenemos todo el día libre, podemos permitirnos el lujo de pensar en
profundidad cada palabra que vamos a escribir, de modo que la escena resultante
tenga pocos errores, y por consecuencia, haya la corrección deba ser menos
intensa. Pero si nos toca un día libre completo, antes que no escribir nada es
mejor escribir palabras rápidas, oraciones que apenas pensemos. Y ahora me
dirán: sí, pero lo que va a quedar va ser una porquería. No, no necesariamente.
Si tenemos la idea antes de sentarnos a escribir, no va a ser una porquería,
aunque sí será probable que a la hora de corregir tengamos que trabajar más
sobre esa escena. Sin embargo, esto no es negativo como pensamos en un
principio. Es parte del proceso de escritura, y no te hace ni mejor ni peor
escritor que aquel que piensa cada palabra en profundidad cada vez que se pone
a escribir.
Hay que recordar que el primer borrador JAMÁS es el libro definitivo. Ni los
clásicos más geniales de todos los tiempos fueron perfectos desde el primer
momento. Y aunque pensemos en detalle cada palabra antes de escribirla, eso no
va a salvarnos de tener que corregir.
3: Los bloqueos no son excusas para no escribir.
Créanme en este punto más que en ningún otro: vengo de un bloqueo que me
duró más de un año, y no fue por falta de ideas. Fue el tipo de bloqueo que te
impide escribir aunque tengas muchas. Pero, ¿saben qué? El bloqueo en realidad
está en nuestra mente, y se genera, en muchas ocasiones, ante el pensamiento
casi inconsciente de que podemos fallar, de que lo que estamos haciendo no vale
la pena y que no somos lo suficientemente buenos como para escribir una
historia.
No, nada de eso es cierto. Si tenemos una historia que contar y queremos
hacerlo, tenemos todo el derecho de escribirla. Sin importar si de eso sale una
genialidad o una porquería. ¿La mayor parte de las veces? Nosotros subestimamos
lo que hacemos, y de ahí surge el bloqueo. Lo mejor es ver el texto que
producimos con ojo crítico, pero no obsesivo, y pensar que después vendrán las
correcciones que lo mejorarán.
4: Si nos lo proponemos, podemos ser constantes en la escritura.
Esto está muy relacionado con el punto 1. Van a decirme que no siempre
tienen tiempo para escribir, así que no pueden ser constantes. Pero como dije
antes: no importa si escribimos 100 o 10.000 palabras por día. Lo que importa
es ESCRIBIR. Aunque sea poco. No tiene que ser de domingo a domingo, aunque sí
deberíamos escribir, como mínimo, cuatro días a la semana. Si es más, mejor. Si
es todos los días y eso nos funciona, mejor aún.
Es válido también escribir sólo cuando se nos vienen las ideas a la mente, pero a la larga creo que es traicionero. Yo hacía eso, y en cuanto dejé de estar inspirada, o de recibir esa inspiración cada cierta cantidad de tiempo, abandoné el proyecto en el que estaba trabajando en ese entonces. ¿El resultado? 4 novelas por la mitad, o menos.
La ventaja que nos da ser constantes es que, al tener un objetivo casi
diario, avanzamos con la novela más rápido, y eso nos motiva a seguir adelante
aunque la inspiración no esté presente.
5: No siempre es efectivo alejarnos de las distracciones.
Es muy común apagar internet o irnos a un sitio en donde las distracciones
sean mínimas a la hora de escribir. Pero si por alguna razón no podemos hacer
ninguna de las dos, la opción no es acabar por no escribir y esperar un momento
más “oportuno”. En este mes me di cuenta de que usar la técnica de la
recompensa funciona bastante bien si uno adquiere disciplina. Hay que
establecer ciertos retos, como: "si escribo 1000 palabras, puedo navegar
cinco minutos en internet", o "no vuelvo a prender la televisión
hasta que tenga lista esta escena". Puede sonar estúpido, pero da
resultado.
La clave es tener disciplina. Y aunque suene más estúpido todavía, si no la
tenemos se puede adquirir a través de la constancia en la escritura. Porque al
final todo se centra en eso: si escribimos todos los días, al final se
convierte en un hábito (y ya dije antes, que para crear un hábito se necesitan
21 días; si no me creen, miren esta página dedicada a la escritura:
http://www.comoescribirunlibro.com/por-que-deberias-escribir-todos-los-dias/).
Una vez que es un hábito, resulta mucho más sencillo sentarnos a escribir.
El problema que tiene prohibirnos las distracciones es que más vamos a
anhelarlas, y el resultado será que no podremos concentrarnos. Eso, al final,
nos conducirá a una sola cosa: las mismas distracciones que estamos tratando de
evitar.
No olvidemos que el cerebro es como una computadora, y si la
sobrecalentamos, si no le damos un descanso, funciona mal.
6: Escribir una novela no es tan complicado como parece.
Si tenemos las ideas, se supone que debería ser sencillo. Pero si
improvisamos, como hice yo a lo largo de este mes, no tendría que resultar
muchísimo más complicado. Después de todo, cuando planificamos la historia,
aunque nos lleve meses hacerlo, de un modo u otro estamos improvisando.
¿Falta de ideas? No creo que un escritor se quede sin ideas. El escritor es
creativo por naturaleza, como todo artista. ¿Por qué, entonces, nos
"quedamos sin ideas"? Por lo mismo que en el punto 3: por el temor a
fallar. Quizás, en el inconsciente, tengamos cientos de miles de ideas que, de
dejar de lado este temor, saldrían a la luz apenas ponemos los dedos en el
teclado.
¿Musa inspiradora? No creo en las musas. Creo en la creatividad, que es otra
cosa. Si uno es creativo, tiene que creer en la creatividad que posee, y
confiar en ella a la hora de escribir. No es ser soberbio ni creído. Es aceptar
una realidad de nosotros mismos que, le pese a quien le pese, está allí. La
inspiración llega sólo si confiamos en nuestra creatividad. Pero incluso cuando
eso suceda, acabaremos por darnos cuenta de que la inspiración está
sobrevalorada, y que no es más que la creatividad misma en la que confiamos.
7: Cuando escribimos, tenemos que escribir para nosotros mismos.
Nunca entendí esta frase hasta que empecé con el NaNoWriMo. Creía que se
refería solamente a que tenemos que escribir las acciones que queremos que
sucedan a lo largo del libro, que no debemos dejar que el lector influya en
nuestro pensamiento. Que no hay que pensar en qué quiere el lector, sino en lo
que es mejor para la historia.
Pero también deberíamos incluir otros aspectos, como lo que opinaría el
mercado editorial, los editores mismos, lo que está de moda, etc.
NO.
Cuando escribimos, no tenemos que pensar en nada de esto. Porque de lo
contrario, ¿qué historia estamos contando? ¿La historia que nosotros queremos,
o una historia basada sólo en la idea de la comerciabilidad? Pero hay que tener
en cuenta que cando una novela está escrita sólo desde lo comercial, se nota. Y
mucho.
Cuando escribimos, tenemos que dejar de lado TODO: las editoriales, los
editores, los lectores, lo que puedan pensar los demás, la moda, incluso los
consejos que nos hayan dado para escribir. ¿Por qué? Porque sólo así podemos
ser auténticos, y podremos escribir sin sufrir el famoso "bloqueo de
escritor" (que como dije antes, no creo en él; en este caso también es un
miedo a fallar, a no poder cumplir con las expectativas que los DEMÁS tienen
para nosotros, cuando sólo deberíamos cumplir con las NUESTRAS).
Recordemos que luego tendremos tiempo de corregir, y es mejor hacerlo con un
texto honesto antes que con un texto plástico. Recién entonces aplicaremos sólo
aquello que nos aconsejaron y que consideramos que se adapta a nosotros.
Como digo siempre: todo consejo que no se adapte a nosotros, que no
consideremos que funcione en nuestra escritura, hay que dejarlo a un lado.
Aunque venga de un Premio Nobel.
8: Ponerse metas ayuda a avanzar.
Aunque suena loco levantarse un día y decir “voy a escribir este proyecto en 30 días, y para eso voy a escribir no
menos de 2.000 palabras diarias” (o 3.000, o 4.000, o el número que
quieran), tener un mínimo ayuda mucho a avanzar.
Si nos proponemos no irnos a dormir sin antes haber escrito el mínimo
diario, a medida que pasen los días nos será mucho más sencillo alcanzar ese número,
y llegará un momento en el que nos sorprenderemos al ver lo fácil que empezó a
resultarnos la escritura. Y sobre todo, al ver un avance constante en el contador
de palabras, podremos comprobar con satisfacción que el proyecto crece en lugar
de quedarse estancado. Esto es parte de la constancia, y está relacionado con
los puntos 1 y 4.
En 30 días podemos escribir una novela de 100.000 palabras si queremos, o de
200.000, o incluso de 300.000. Es cuestión de proponérnoslo, y sobre todo, de querer
lograrlo. Habrá quienes digan que es una locura, pero creo que más locura es
querer escribir algo y no hacerlo. No tiene lógica.
9: Cuando vemos que estamos cumpliendo con nuestro cometido,
empezamos a entusiasmarnos cada vez más con lo que hacemos.
Al empezar el NaNoWriMo, no creía que fuera a durar. Pensaba que llegaría
sólo a las 15.000 palabras, o como mucho, a las 25 páginas. Apenas es el día
28, pero ya llegué a las 90.000 palabras y a las 277 páginas. ¿El secreto? Todo
lo que dije antes, pero sobre todo, la constancia. Esto nos lleva no sólo a
terminar una historia, sino a entusiasmarnos por acabar proyectos que dejamos
abandonados a medio camino, e incluso a comenzar y terminar otros.
Ni siquiera dejé lista esta historia todavía, y ya estoy pensando en su
secuela. Saber que puedo terminar algo en un tiempo descabelladamente corto
hace que me sienta motivada a seguir con el proyecto en el que estoy
trabajando, o a empezar uno nuevo. Lo importante es mantenernos motivados. Como
sea, pero jamás perder la motivación. Porque esa motivación, es el motor de la
constancia.
10: Es muy importante confiar en nosotros mismos.
Cuando escribamos, habrá muchas personas que querrán apoyarnos, pero también
muchas que se dedicarán a desalentarnos. Aunque vean que avanzamos, tratarán de
desmerecer nuestros logros, de hacernos creer que no lo terminaremos, o que
estamos perdiendo el tiempo, que nos falta mucho para mejorar antes de ser
mínimamente buenos. También habrá quienes nos subestimen como escritores,
seamos publicados o no. No importa cuánto lo intentemos, para muchos siempre
seremos novatos que no saben cómo escribir.
Pero al final, cuando terminemos la historia, esas mismas personas vendrán a
felicitarnos junto con quienes hayan creído en nosotros desde el principio. O
tal vez no lo hagan, porque la envidia los estará corroyendo.
Lo importante es que a esas personas que trataron de ponernos obstáculos en
el camino las ignoremos. Sólo debemos quedarnos con quienes nos hacen bien, y
no envidian lo que hacemos, sino que están dispuestos a aprender de nosotros, y
a su vez, enseñarnos algo que nosotros no sabemos.
¿La gente que critica? Créanme: lo hacen por envidia. Quizá porque no creen
en sí mismos, en que pueden lograr lo mismo que nosotros logramos, y tratan de
desmerecer a los demás para sentirse mejores consigo mismos, en un vano intento
por creer que al criticar a los demás ellos se convierten en eruditos. Por
desgracia, hay muchos de esos.
Pero esta vez los ignoré. Esta vez, no dejé que el hecho de que me
subestimaran me afectara. Porque después de todo, a pesar del “bloqueo” que
tuve, llegué a la última parte del NaNoWriMo, y la historia que estoy
escribiendo está a punto de concluir. Esa es la única prueba que necesito para
saber que logré mi cometido.
¿El resto? Que hablen. Habrá muchas personas que nos envidiarán, ya sea que seamos
nuevos o no, buenos o malos en lo que hacemos, o publicados o no. Y la mayoría
de las veces no entenderemos por qué lo hacen. ¿Pero saben cuál es la razón?
Quienes envidian lo hacen porque quieren lo que el otro tiene, lo que el otro
logró, porque no confían en que ellos pueden lograrlo también. O porque eso era
lo que ellos querían, pero no lo consiguieron por falta de confianza.
La clave, en todo lo que hagan, está principalmente en la confianza que se
tengan. No hay que ir de soberbio por la vida, pero tampoco hay que
subestimarnos.
¿Creen que pueden escribir algo? Vayan, y demuéstrenle al mundo que pueden
hacer eso, y mucho más ;-)